Spem magnam in rebus adversis semper adhibeo

lunes, 1 de junio de 2009

Boticelli & Afrodita

Del período Quattrocento, Boticelli es a mi parecer el mejor representante de la Scuola di Firenze. Él, seguramente envuelto por los aires clásicos renacentistas y en armonía con Hesíodo y su Teogonía quiso reflejar en su obra una parte del siguiente mito: el dios Urano era un dios muy celoso de su trono y por ello una vez engendrados sus hijos solía enviarles al Tártaro evitando con esto según su miedo, una futura traición por parte de ellos. Pero Gea, rozando los límites de la paciencia en cierta ocasión pidió a Cronos, hijo de ambos que le ayudase a vengar el dolor que tras tantísimo tiempo su esposo le había causado y así fue como un día éste castró a su padre y después arrojó sus genitales al mar y de esos mismos genitales mezclados con la espuma llegó a nacer Afrodita o en su versión latina Venus, la diosa del amor y la belleza, dichosa ganadora de la manzana de la discordia y en sutil confabulación con el oráculo que pronosticaba la caída inevitable de Troya haciendo de Paris y Helena no los culpables sino únicamente títeres encantados de una historia que les tocaba vivir, él al aceptar ávido su propuesta, y ella al sucumbir inerme en sus redes probando con ello que el destino es infalible cuando la hora de abrirle paso llega y que la voluntad de los hombres casi siempre queda desarmada al vaivén de sus curiosos prodigios.
En el Nacimiento de Venus junto a la diosa ahora muy púdica, aparece Céfiro, dios viento, cargando a Cloris, ninfa de la brisa, al otro lado está Primavera, diosa de los comienzos y del verde renacer llevando en su cuello una guirnalda de mirto, planta sagrada de la deidad y símbolo importante del amor verdadero... es muy pero muy lindo.

2 comentarios:

  1. Pienso: Si yo fuera Paris, ¿a quién habría escogido, Afrodita, Hera o Atenea? La respuesta sería fácil Atenea y poseer la sabiduría, la cual, obviamente, se torna muy tentadora; pero se podría estar completo con solo esto, tal vez si me inclinase por Hera, sería emperador o rey y tendría las riquezas que quisiera. ¿Y el amor? La sabiduría me daría la dirección exacta para encontrar la persona más conveniente, y si fueran con las riquezas, estas me proporcionarían a la persona que yo quisiera. Pero no es parte del mismo destino buscar a la otra mitad, esa mitad que los dioses nos arrebataron al partirnos por la mitad, entonces me vería siendo víctima de él (destino), tendría que escoger a Afrodita. A Paris no le quedo de otra que cumplir con su destino, ya fuera el de ser la causa de la destrucción de Troya, o de escoger el amor, encontró a la mujer más hermosa y ¿por qué no esa otra mitad que tanto buscaba?
    Independientemente el papel que juguemos en la historia, seamos Paris o Helena, estamos destinados a encontrarnos con esa mitad, y la andamos buscando siempre.

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  2. Sole
    Yo pienso que Paris al final tomó la decisión más acertada y es que el amor de alguna manera siempre nos empuja a las otras dos opciones, digo, se busca la sabiduría para tratar de conservar y guiar el amor, y el poder en el amor mismo se halla, hay que ver qué no se ha hecho, qué no se ha logrado u arriesgado en su nombre y sobre esto nos sobran historias… Obviamente a Paris y Helena la racionalidad nunca les privó y las consecuencias de su entrega quedaron para siempre descubiertas en un segundo y mítico plano.

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