Las jugarretas irónicas del destino son como bromas genuinas de Dios… “y yo con tan poco sentido del humor” pensaba. Poco encuentra su sentido y las fuerzas para hacerlo reposan en los hálitos del “ya no más” y por supuesto quién ha dicho que el querer es suficiente cuando parece que éste juega a las escondidillas dejándote en un ciclo atroz, exhausto, y aún otra vez lo absurdo se acuesta y se levanta con vos y entre más no querés que así sea más se empecina ese algo en presentarse de múltiples y extrañas maneras para luego reírse en tu cara, dejarte perplejo con la incógnita constante del “yo no entiendo y el qué será”. Y aún así ya lo sabes… he aquí una secuela más que deja mella sin titubear.
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