Spem magnam in rebus adversis semper adhibeo

martes, 1 de marzo de 2011

Sobre el héroe caído

Los ciclos son irremediablemente puntuales, las hazañas no muchas. La ironía es la reina del cinismo y le encanta abofetear. Sin embargo, mi consuelo hoy sale al paso y me recuerda que uno no recibe más de lo que no pueda soportar.

Si de golpes se trata, la gama se desliga de cualquier preferencia: predestinados, rebuscados, merecidos, de acero, de estado, injustos, al aire, a la ligera y sin gracia. A veces, es lo que toca, otras en tela de duda queda. Yo, tiendo sola a inclinarme, a encorvarme, a poner mi mejilla sin que nadie lo pida, para recibirlos sin reproches, tal mártir en su tiempo. Sí, nunca he negado mi afición por los héroes caídos o quizá solamente me encanta acechar la sombra del masoquismo mismo.

De seguro mi diseño quebró el molde, es ejemplar único, que amortigua y resiste cualquier tipo de golpe que me quiera lastimar, permitiéndome seguir sino en pie al menos tambaleando.

En fin, el que juega con fuego se llega a quemar pero a veces sólo el dolor nos hace más fuertes y si eso es lo que hay, si es producto propio o ajeno, si es la vida la que se empeña en enseñarnos quién sabe qué y hasta quién sabe cuándo, yo al menos, admito que hasta la fecha rondo la ignorancia, mi tiempo tiene prisa y no cesa de reclamar.

No hay letras si no hay un corazón violento que late… Sin embargo, el acertijo sigue cautivo y así, sea cual sea la autoría u origen de esos giros insolentes, no hay culpas ni inocencias que dictar. Entonces, para descifrarlo sólo queda por decir: ¿y ahora quién nos podrá ayudar?


Obra: Vladimir Kush, Play with fire.

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